Estos días he asistido a un curso particularmente interesante para mi sobre Feminismo. Este curso forma parte de mi formación como Psicoterapeuta Sistémica de Parejas y Familias.
La profe que vino a darlo, María Rodriguez Dominguez, psicóloga sistémica, feminista y experta en adicciones, enfocó este tema tan politizado desde otra perspectiva que a mi me ha ayudado a ampliar mi conocimiento y a forjar mejor mi opinión al respecto.
Nos pidió que nos pusiéramos durante unos dias «las gafas violetas«. Unas gafas que llevan la mirada feminista incorporada.
¿Y qué es esto de las gafas violetas diréis? Pues las gafas que nos permiten pensar sobre género (el sexo biológico masculino o femenino), sobre igualdad, sobre orientación sexual, sobre identidad de género (como cada uno lo siente), sobre la sociedad patriarcal y la que no lo es y muchas cosas más.
¿Te has parado a pensar en feminismo sin prejuicios? Yo La verdad es que no mucho. De hecho no me estaba gustando nada la aproximación al tema de algunos grupos minoritarios que salen en los medios.
Asi que eso hice…me planté un rato largo las gafas violetas… La verdad es que ha sido todo un descubrimiento y un acierto…se trata de mirar al FEMINISMO sin miedos y sin tabues.
Durante unos dias hablamos, discutimos y aprendimos en un foro de profesionales de la Psicología sobre el feminismo y sus diferentes implicaciones en muchas áreas de la vida. Hoy os voy a hablar más concretamente de feminismo y maternidad, de mis conclusiones primero como mujer y después como madre.
Le doy este orden conscientemente porque muchas veces nos olvidamos de la mujer que hay detrás de la madre. ¿A que esto os puede sonar familiar?
Pues sí, si queremos crecer como mujeres, como madres, como familia, convendría parar a pensar un rato sobre esto.
Espero que os sean de ayuda mis reflexiones.
Yo me casé y tardé unos cuantos años en tener niños. Recuerdo que casi desde el principio de haber pasado por la vicaría, la pregunta constante a mi alrededor era «¿Y vosotros, cuando os animáis a ser padres?«.
Hoy con perspectiva, experiencia, conocimiento y las gafas violetas bien colocadas, puedo pensar en lo dañinas que fueron esas frases… Para mi, para nosotros dos.
Por llamar a las cosas por su nombre, os hablo de la presión social patriarcal instaurada en nuestro pías y en muchos otros que dan por hecho entre otras cosas que el matrimonio va unido a maternidad.
¿ Y las parejas que no quieren tener niños?
¿Y las parejas que no pueden tenerlos por problemas médicos, económicos o de otra índole?
La verdad es que no nos damos cuenta de la presión que inintencionadamente ejercemos sobre los demás con este tipo de preguntas. Y es que éstas forman parte de todo un sistema de creencias, de hábitos y de tradiciones que tenemos adquiridas desde tiempos inmemoriales desde otras generaciones sobre cómo tienen que ocurrir las cosas y sino ocurren, las personas nos pueden llegar a parecer hasta ”raras”.
Con esta presión lo que les llega a estas parejas es culpa, culpa y más culpa… Porque no se admite como algo normal la posibilidad de no tener hijos, por ejemplo. O la necesidad de dar explicaciones y justificar tu situación.
Recuerdo otra fase mítica: «Oye ¿a qué estáis esperando para formar una familia?« (…) ¡¡¡Pero si yo ya he formado mi familia!! Pensaba yo… La elección consciente de mi marido y todo lo que para mi suponía el matrimonio como mujer: Unión, felicidad, amor, libertad… ¡Yo no estaba pensando en niños! ¡Yo estaba pensando en la persona que había elegido y que me había elegido a mi para vivir la vida juntos!
Al hilo, os lanzo esta reflexión… Para mi: la familia era él ¿Y para vosotros? ¿Cómo fue? ¿Qué opináis? Recordad que aquí en Tu Familia Crece tenemos un espacio para que podáis pensar y opinar sin miedos y sin tabúes. Todas la opiniones son válidas y bienvenidas.
Luego llegó el embarazo… Una tripa descomunal, dos bebés… Una desfiguración seria… No llevé nada bien la transformación física, lo admito sin complejos… Mi tipín se fue a freir espárragos… Y mi cara era un globo… No lograba dormir por las noches porque no encontraba la posición… En fin, un cuadro.
Aun deseándolos desde lo mas hondo de mi corazón yo fui de esas madres a las que «el momento bebé» le superó… No me gustó el embarazo y lo viví en silencio con miedo a ser culpada constantemente por el entorno: » ¡Nohay nada más bonito que el embarazo! ¡Pero hija si estar gorda es lo normal! ¡No te quejes!»
Este ultimo «¡ No te quejes! «es probablemente el peor mensaje de muchos que recibí.. Pues nada… Yo en silencio…
Más tarde, el miedo terrorífico al parto. El miedo a lo desconocido parecia no ser lícito y eso que yo lo viví entre algodones gracias a mi amiga la Dra. Onica Armijo. El ingreso de los niños por prematuros con alguna dificultad, yo acojonada porque no sabia ser madre… Y de la noche a la mañana la situación te lo exige. Encima no quería darles el pecho y el batallón de la liga del la leche del hospital no me daba opción ni tregua. Así que lo intenté no queriendo hacerlo. Culpa, culpa y más culpa…
Por otro lado necesitaba volver a trabajar pronto… El sino del autónomo.
Todo esto que os cuento. ¿ Me convierte en peor persona, en peor madre? Pues evidentemente no.
Lo que quiero transmitiros con mi relato personal y las gafas violetas puestas, es la falta de validación, de comprensión, de apoyo que muchas mujeres sienten en silencio y que no debería ser lo normal.
Aquí quiero ligarlo con la ley que acaban de aprobar hace poco de la baja maternal y paternal obligatoria e intransferible…
Nosotros tuvimos poca baja, mi marido cogió los 15 días que había en aquel momento y los trabajó todos, en casa conmigo, pero los trabajó todos. No estaba bien visto. Tengo claro que a él le hubiera gustado formar mucha más parte de nuestra nueva vida como padres pero no se pudo…
Yo cogí los 3 meses, pero ya hacia el final estaba mas conectada con lo que pasaba fuera del nido que con lo que pasaba dentro. Lo laboral llamaba a la puerta pero es que además yo necesitaba salir, estar con otras personas, hablar de otros temas que no fueran los niños… recuperar mi parte anterior, de mujer libre y completa.
Cuando te conviertes en madre ciertamente pierdes un poco a la mujer que hay detrás: tu independencia, tu libertad.
Me doy cuenta ahora que hubiera necesitado mucho más tiempo para estar con los enanos, porque realmente viví mi baja como una autómata. Cuidar-comer-dormir-cuidar-comer-dormir… Sí, evidentemente tuve mis momentazos maravillosos con ellos de besitos y bracitos y cariños y amor profundo, pero el cansancio era colosal y cuando ya me estaba recuperando físicamente, tuve que reincorporarme. Y eso que yo fui una afortunada porque tenía ayuda en casa. Pienso ahora, que cuando estás recuperada físicamente es el momento fetén para estar con ellos y no tanto cuando no puedes con tu alma.
¿Y seguimos preguntándonos por qué baja la natalidad?
Las madres y los padres necesitan ayuda, pero no una ayuda puntual. Con una baja de maternidad/ paternidad… Me doy cuenta, con las gafas violetas bien puestas, que la transformación tiene que venir de arriba, de los gobernantes, de las empresas, de las personas, poco a poco cambiar el estilo de vida, poco a poco ir dejando la sociedad patriarcal a un lado, poco a poco ir eliminando los mensajes machistas…. Apoyar al padre a cuidar de su mujer y de su hijo recién nacido… Apoyar a la madre en la concepción y en el cuidado posterior, sin tener que abandonar su trabajo, esto es avanzar no regresar.
Afortunadamente las cosas van mejorando y cambiando, y os diré que a mi alrededor veo muchos hombres que quieren colaborar más en todo, que quieren ocuparse de su casa y de sus niños sin miedos y sin tabúes. De hecho conozco varias parejas donde es la mujer la que lleva el peso económico y el hombre el que se ocupa de la casa y los niños felizmente.
Mi conclusión general es que todos tenemos que darle valor a la maternidad, tenemos que convertirlo en algo primordial buscando la forma de que la mujer pueda tener hijos y cuidarlos y a la vez tener un equilibrio económico, que pueda seguir siendo libre aportando este bien tan preciado que solo ella pueda aportar .
Los estudios recientes sobre las nuevas generaciones concluyen que prima el trabajo sobre lanzarse al maravilloso mundo de la maternidad. Me parece desolador la verdad… Pero así es… Si vas a tener que privarte de ti, de de tu trabajo que te realiza y te gusta o simplemente no vas a poder mantenerlos para que tenerlos ¿no?
Hay sociedades mas avanzadas que la nuestra que ya lo han conseguido, la maternidad es reconocida y valorada como lo que es, un regalo para la sociedad. Me cuesta entender por qué no copiamos modelos que funcionan en otros países. En fin, no se si mis hijos lo verán, pero sí espero que mis nietos puedan vivir en ese tipo de sociedad. Confió en ello.
En la cadena que hace posible todo esto, propondría que seamos todos más generosos, flexibles y menos juiciosos. Pongamos a la maternidad en el lugar que le corresponde y aseguremos que esta se puede realizar sin perjuicios para quien la posibilita.
Por último, os invito a que os pongáis las gafas violetas un ratito y tratéis de ver vuestra vida desde esa perspectiva feminista, tanto padres como madres. ¿Qué fue lo mas difícil y qué fue lo mejor de criarte en tu familia siendo niño o niña? ¿Hubieras preferido ser niño o ser niña en tu familia? ¿Cómo debían sentirse tus padres en aquel momento como mujer y hombre? ¿Qué mensajes implícitos recibiste del matrimonio de tus padres? ¿Quién llevaba la voz cantante en tu casa? ¿Estaban los dos de acuerdo? .
Es muy interesante darte cuenta de lo que te gusta de esa mirada violeta que quizás nunca habías visto y a lo mejor incluso incorporas o cambias algo que hayas aprendido a TU PEQUEÑA GRAN VIDA que solo se vive una vez.
Os pongo aquí el Instagram de Maria Dominguez por si os apetece seguirla @hempatya . Muchas gracias Maria por darme una visión diferente a la que tenia sobre el Feminismo, sin duda muy enriquecedora para mi como mujer, como madre, como esposa y como terapeuta.
Y ya sabes nuestro lema: «Cuida tu mente igual que cuidas tu cuerpo, cuida tu salud emocional.»
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