Por fin hemos tenido la oportunidad de ver «En buenas manos». Película francesa de Jeanne Herryes, estrenada en mayo de 2.018.
«En buenas manos» narra el camino desde que Theo nace hasta que encuentra un hogar definitivo. Este sería el resumen de dos horas que no me dejaron indiferente.
Theo, es el protagonista, acaba de nacer. Después de dar a luz, su madre biológica le entrega a un programa de adopción. Los servicios de adopción deben encontrar entonces a la que se convertirá en su madre adoptiva.
En el otro extremo, tenemos a Alice, que lleva casi diez años luchando por ser madre. Y por otro lado y no menos importante, un grupo de profesionales que trabajará para que Theo y Alice puedan reunirse.
Llama la atención la humanización que se transmite durante todo el proceso adoptivo y también en las decisiones que se van tomando hasta encontrar la felicidad de Theo. Queda cristalino que lo primordial es el bienestar del menor y no el deseo de los adultos de convertirse en padres.
Simplemente se muestra la necesidad que tiene cualquier niño de un entorno familiar sano y acogedor; y cómo un conjunto de profesionales se empeña en buscárselo, en un precioso proceso de acompañamiento a las personas implicadas, la madre que entrega y, en este caso, la madre que adopta.
Es una gran cadena humana que vigila cada paso que se da en todo el proceso, que lucha, al fin, por el bien del niño: la joven madre natural, que, por circunstancias personales y sociales, ha ocultado su embarazo y acude al hospital a parir y a entregar a su hijo; la doctora y una enfermera del hospital; la asistente social asignada a la madre; la trabajadora social y la psicóloga que se encargan del bebé; el padre de acogida y su familia; y finalmente la persona que, entre distintos candidatos, se va a hacer cargo del niño, quizá para el resto de su vida.
Por otro lado me llamó la atención cómo resaltan la importancia de cuánto pueden condicionar a un bebé los cuidados que recibe nada más nacer, se insiste en que cualquier elemento perturbador cercano puede afectarle, y que en cambio ayuda mucho hablarle con cariño y dulzura, como si pudiera entendernos perfectamente.
Para ello es fundamental el papel de la familia acogedora: en esos primeros meses de vida el bebé, puede empezar a manifestar carencias emocionales y trastornos del desarrollo, si siente rechazo, agresividad o abandono. En la película y en la vida real es crucial su implicación y entrega.
Y ya solo os queda ver la película, espero que la disfrutéis tanto como yo. Estoy segura que no os dejará indiferentes.
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