Hoy os vamos a contar parte de nuestra historia personal, relacionada con el beneficio que tiene para las dos conectar con nuestros orígenes durante las vacaciones.
Se acerca el mes de agosto, el mes de julio ya se ha esfumado, qué diferencia con aquellos veranos eternos de cuando éramos pequeños… Parecían no tener fin.
Las dos tenemos la suerte de poder salir de nuestro entorno habitual y trasladarnos a nuestros lugares de origen y conectar con lo que de verdad nos importa.
Parte de mis largos veranos los pasaba en el pueblo de mis abuelos, Vallejera de Riofrío, en Salamanca.
Qué recuerdos, corriendo en plena libertad, sin peligro de coches, recuerdo cuando las vacas pasaban delante de casa por las mañanas y nos daban los buenos días… Esos bocadillos para merendar sentados en una manta a la sombra de los gigantes robles…
Esa pandilla enorme de primos primeros, segundos, terceros… Las carreras jugando al “rescate” por todo el pueblo… Los domingos subidos en la torre de la iglesia tocando el “esquilín” avisando al pueblo que el cura había llegado y la misa de 13h estaba a punto de empezar…
Y así podría seguir enumerando recuerdos de mis veranos en Vallejera cuando era niña.
En este mes de julio que termina he tenido la suerte de pasar unos días allí y conectar con todos los recuerdos que hoy os traigo.
No sabéis lo beneficioso que ha sido para mí estar unos días en el pueblo donde nacieron mis abuelos maternos. Me ha permitido conectar con ellos, con lo que me enseñaron, con el legado que han dejado en mí y en los demás que también los recuerdan.
El otro día paseaba por las eras del pueblo, tranquila, sin prisa y tuve la suerte de cruzarme con una tía mía a la que solo veo en verano y que desde niña me llena de positividad y optimismo.
Mi idea era saludarla y continuar mi camino relajante, pero de pronto me vi hablando con ella de mis abuelos… No sabéis qué regalo fue aquella conversación. Y es que fue en el lugar y en el momento adecuado. Pude charlar con ella sobre ellos, sobre cómo los recordábamos, lo que nos transmitían, lo que nos han dejado, lo que vive de ellos en nosotros hoy en día…
Cuando me despedí, me sentí súper agradecida de estar allí, de seguir yendo cada verano, de poder recordar a mis abuelos y reconocer su legado en mi.
Y todo eso fue posible por salir de mi entorno habitual donde la vida va demasiado rápido y no me permite ni acordarme que existe un lugar como este todavía.
Así se lo muestro a mis hijos y les hablo de todo lo que recuerdo, les llevo a los mismos prados a merendar, a jugar, subimos las mismas montañas y vamos a la misma iglesia de la que antes os hablaba. Intento que disfruten a su manera de lo que yo también viví hace años.
Continuando con lo que os comentaba Maria, para mi también volver en vacaciones a “mi sitio de siempre” es un estímulo, es un chute de energía que me llena y que me da lo que necesito para continuar a tope el resto del curso.
Porque cada verano vuelvo a casa, conecto con la alegría de mi infancia, con el amor incondicional que mi abuela Tanita ponía en hacernos sus comiditas, con las bromas y risas de mis tíos y mis primos, con la naturalidad, autenticidad y el buen rollo de mis amigos de aquí, con mi padre, auténtico mallorquín haya donde los haya…
Tener a mi padre cerca que está enterrado en su pueblo maravilloso, Andratx, me llena de plenitud. Una plenitud que solo se puede entender cuando ya no estás en duelo…
Cuando piensas y sientes a esa persona que ya no está y que te hace falta con otros ojos. Los ojos del amor desde el legado que te ha dejado.
Y es que mi padre me ha dejado un gran legado: generosidad, templanza, reflexión, sencillez, humor, pero también el amor por nuestra tierra, la importancia de sus tradiciones, y por encima de todo aprender a disfrutar con lo pequeño.
Y de eso en definitiva se trata todo este post: de disfrutar de lo pequeño, de lo que está a tu alcance, de lo que de verdad te importa.
En este “rinconcito” del mar inmenso con la sierra de la Tramuntana detrás pasan muchas cosas y curiosamente casi siempre las mismas: el pinar de la playa sigue dando gran sombra, el cormorán sigue viviendo en el mismo sitio, la familia pato se sigue paseando por la bahía, nuestra roca de saltos de bomba sigue ahí… Pero hay algo que ha cambiado:¡Ahora me tiro yo con mis hijos!
También los bañitos diarios terapéuticos… Y es que el mar para mi es terapéutico y el de mi rinconcito de la isla más. Todo este encuadre me da paz seguridad y serenidad. Y es que soy consciente de que estoy parando y pensando en todo esto que os comento.
El vínculo anual con mis orígenes es necesario y os diría que fundamental y por tanto lo cuido y lo cultivo. Intento que mi familia escuche a través de mis ojos lo que de verdad es importante para mi… y la verdad, me parece que lo voy logrando.
Recuerda que el traspaso de ese legado de padres a hijos se va haciendo poco a poco… Dentro de 30 años sería precioso que ellos valoraran “vuestro sitio“ igual que lo hacéis vosotros. ¿No os parece?
Y aunque ya no vayas a tu lugar de origen por la razón que sea ,te animamos a que ahora en vacaciones estés donde estés conectes con tu legado. Lo que de verdad te importa está en tu cabeza y en tu corazón. PRACTÍCALO Y TRANSMÍTELO A TU ALREDEDOR allí donde estés…
¡¡¡Felices vacaciones!!!
Puedes escuchar nuestro podcast en: https://www.tufamiliacrece.es/episodio-43-el-beneficio-de-conectar-con-tus-origenes-en-vacaciones/
Podéis seguir leyendo nuestros artículos en https://www.tufamiliacrece.es/articulos/
Y si quieres saber sobre nosotras entra en https://tusaludemocional.es/